El 1 de noviembre de 1950, el papa Pío XII proclamó el dogma de la Asunción:
Después de haber dirigido muchas veces nuestras súplicas a Dios, invocado la luz del Espíritu de la verdad, para la gloria del Dios todopoderoso, que derramó sobre la Virgen María los dones de una bondad muy especial, por el honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte, para mayor gloria de su augusta Madre y para el gozo y regocijo de toda la Iglesia, por la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y por nuestra propia autoridad, afirmamos, declaramos y definimos como un dogma divinamente revelado que:
la Inmaculada Madre de Dios, María siempre virgen, después de haber completado el curso de su vida terrena, fue elevada en cuerpo y alma a la gloria celestial.
Por tanto, si alguien, que Dios no lo quiera, se atreviera voluntariamente a cuestionar lo que hemos definido, debe saber que ha abandonado totalmente la fe divina y católica.
Justo después de estas palabras del Papa proclamando el dogma, un rayo de sol iluminó la Basílica de San Pedro.
Equipo de Marie de Nazareth