La huida de la Sagrada Familia a Egipto fue sugerida por un ángel que se le apareció a José en un sueño, advirtiéndole que el rey Herodes trataría de matar al Niño para conservar el poder. José, María y Jesús huyeron inmediatamente a Egipto, pero al comienzo de su viaje, escaparon a los soldados de Herodes refugiándose en una cueva durante la masacre de los niños inocentes. Esta cueva milagrosa ahora se conoce como la Gruta de la Leche.
“Un ángel del Señor se le apareció a José en un sueño y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y quédate allí hasta que yo te diga; porque Herodes buscará al niño para matarlo»" (Mt 2, 13-14).
La tradición dice que la Sagrada Familia descansó allí antes de continuar su viaje a Egipto, para permitir que la Virgen amamantara al Niño Jesús. Una gota de la leche de María habría caído al suelo de la cueva, cambiando milagrosamente el color de esta, que pasó de un marrón amarillento a blanco puro.
La Gruta de la Leche se convirtió rápidamente en un lugar de peregrinación para los primeros cristianos, que creían que mezclar la tiza blanquecina de la cueva con su comida o bebida podría ayudar a la fertilidad y producción de leche materna. Muchas parejas con dificultades para concebir venían de toda la cristiandad a la Gruta de la Leche con la esperanza de que el polvo blanco les ayudara a tener un hijo. A finales del siglo IV, se construyó una pequeña capilla alrededor de la cueva para honrar su virtud milagrosa.
En 1872, se construyó la capilla actual en el sitio de esta primera capilla, de la que quedan algunos fragmentos del suelo original. La capilla se encuentra en Belén, a poca distancia al sur de la Basílica de la Natividad.
Hoy, los peregrinos que visitan la Gruta de la Leche pueden recibir una pequeña bolsa de "leche en polvo" distribuida por los Hermanos que se ocupan de la Gruta. Las parejas que deseen recibir sus beneficios deben prepararse para una novena de cuarenta días, consumir una pequeña cantidad del polvo cada día y hacer una oración especial para pedirle a Dios por el nacimiento de un hijo. Cada año, los Hermanos reciben fotos de bebés recién nacidos y cartas de miles de parejas que confirman la naturaleza milagrosa del polvo y la forma en que les ayudó a concebir.
Billy Ryan, 11 de enero de 2018: Ucatholic