La Iglesia no puede crecer y prosperar si no es consciente de que sus raíces ocultas se sumergen en la atmósfera de Nazaret. Porque trabajar con el artesano Jesús, sumergirse en "Nazaret", es el punto de partida para una nueva concepción de la Iglesia pobre y humilde, de una Iglesia familiar, de una Iglesia nazarena.
Nazaret encierra un mensaje permanente para la Iglesia. No es en el Templo, ni siquiera en la montaña sagrada donde comienza el Nuevo Pacto, sino en la choza de la Virgen, en la casa del artesano, en un lugar olvidado de la "Galilea de los gentiles", del que nadie esperaba algo bueno.
Volviendo siempre a este punto de partida, la Iglesia debe regenerarse a sí misma. No sabría dar una respuesta justa a la rebelión de nuestro siglo contra el poder de la riqueza si Nazaret no permanece en ella como realidad viviente.
Cardenal Joseph Ratzinger, citado por la revista Magnificat del 19 de marzo de 2007.