La película "Garabandal, solo Dios lo sabe", que se estrenó en Francia el 22 de enero de 2020, cuenta la increíble historia de cuatro niñas. En 1961, en un pequeño pueblo español en la región de Cantabria, sostuvieron que habían tenido varias apariciones del arcángel san Miguel y de la Virgen María. La Iglesia nunca las ha reconocido; sin embargo, todavía hay dudas y esta película trata de explicar por qué, gracias a hechos muy poco conocidos.
En este pequeño pueblo de montaña, del 18 de junio de 1961 al 13 de noviembre de 1965, se repiten las apariciones del arcángel san Miguel y Nuestra Señora del Carmelo, según las cuatro videntes Conchita, Mari Loli, Mari Cruz y Jacinta. Numerosos peregrinos comenzaron a llegar. Y frente a la naturaleza eminentemente misteriosa del caso, el juicio de la Iglesia primero será tajante: falsas apariciones. Sin embargo, casi 60 años después, la falsedad aún no es obvia. Los eventos de Garabandal dejaron de estar censurados en 1977 por monseñor Del Val, responsable en el momento de la comisión de investigación.
El objetivo de la película no es llevar la historia de Garabandal al pináculo del arte cinematográfico. Se presentan las cosas tal como sucedieron. Los tres eventos más importantes de estas apariciones siguen siendo los dos mensajes de la Virgen destinados a hacerse públicos, donde Ella principalmente pide hacer sacrificios y cambiar. La Virgen también insiste en la perdición de muchos sacerdotes y obispos, lo cual lamenta. Luego viene la aparición de una hostia en la boca de Conchita, recibida de manos de un ángel.
La posición de la Iglesia sobre la veracidad de las apariciones sigue sin resolverse. Hasta la fecha, sin embargo, no hay prohibición para creer en ellas. En 1992, Benedicto XVI, entonces cardenal, sugirió al obispo a cargo de la investigación que no cerrara el archivo y mantuviera la posición de "no constatación de sobrenaturalidad".
En 2007, el arzobispo de la diócesis de Santander —donde se encuentra el pueblo de las cuatro videntes— declara su fe en la devoción a la Virgen de Garabandal. Pero ya antes, dos santos habían apoyado directamente a los videntes: Madre Teresa, que se había acercado a Conchita, y el Padre Pío, que creía en la autenticidad de las apariciones.
Al igual que Conchita, quien luego declaró haber superado sus defectos y amar al Señor y a su Madre, los frutos de estos hechos no suponen nada espectacular para creer en ellos, pues se trata simplemente de un llamado a la verdadera conversión. Que provenga de las apariciones de Garabandal o de otra parte, no cambia en nada este mensaje perenne.
Adaptado de: Louise Alméras: Aleteia