6 marzo – Italia: Padua, Nuestra Señora de las Gracias (1630)

Cómo María detiene la peste en el Monte Berico (I)

Un precioso manuscrito, guardado en la biblioteca Bertoliana de Vicenza, en Véneto (Italia), cuenta con gran detalle los hechos ocurridos en esta ciudad del norte de Italia, "sacudida y diezmada" por una epidemia muy grave de peste, entre 1426 y 1430.

El 7 de marzo de 1426, Vincenza Parisi, de 70 años, vio en la colina de Monte Berico, cerca de Vicenza, una mujer con la apariencia de una magnífica reina vestida con ropas más resplandecientes que el sol y envuelta en mil perfumes. Ante tanta belleza, sus fuerzas la abandonaron y cayó al suelo. Entonces la señora hermosa la levantó y le dijo: —Soy la Virgen María, la Madre de Cristo que murió en la cruz por la salvación de los hombres. Por favor, ve y dile a la gente de Vicenza en mi nombre que construyan una iglesia en este lugar, en mi honor, si quieren recuperar la salud. De lo contrario, la plaga continuará.

Vincenza le preguntó: —Pero la gente no me creerá. ¿Y dónde encontrar, oh Madre gloriosa, el dinero para hacer estas cosas? —Tú insistirás en que la gente lleve a cabo mi voluntad —respondió la Virgen— de lo contrario, nunca serán liberados de la peste y, mientras la gente no obedezca, verán a mi Hijo irritado contra ellos.

Y prosiguió: “Como prueba de lo que digo, que excaven aquí y de la roca árida y viva brotará agua, y tan pronto como se inicie la construcción, el dinero no faltará”, y marcó en la tierra, con una rama de olivo, el lugar donde la iglesia se construiría, el lugar preciso donde se encuentra hoy el altar mayor del santuario.

“Todos los que visiten esta iglesia con devoción —agregó—, con motivo de mis festividades y el primer domingo de cada mes, recibirán como regalos la abundancia de las gracias y la misericordia de Dios, así como la bendición de mi mano materna”. Cuando bajó a la ciudad, Vincenza contó todo, pero nadie le creyó y el obispo, Pietro Emiliani, la despidió diciendo que se había vuelto loca.

(continuará) 

De un artículo de Pina Baglioni en la revista italiana 30 Giorni (30 Días).

Las citas fueron tomadas del Códice núm. 1430 de la biblioteca Bertoliana de Vicenza.

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