San Ambrosio de Milán († 397) compartió su experiencia y la de una multitud de creyentes cuando afirmó que, en la lectura y oración de la Palabra de Dios, el hombre camina con Dios en el paraíso. Leer las Sagradas Escrituras es como escuchar a Dios que te habla al corazón. Un diálogo de amor que hace crecer la fe.
La felicidad de María era precisamente escuchar y rezar el libro de la Ley, los Salmos y los Profetas. La fe no es pensar que Dios existe. El diablo piensa eso también. La fe brota del alma en respuesta a la revelación del amor de Dios en las Escrituras y en la predicación. La grandeza de María se encuentra en su fe.
Modelo de fe, María no entendió todo. San Lucas habla sobre el reencuentro de Jesús en el Templo de Jerusalén, cuando les explicó a María y a José que "debía estar en la casa de su Padre" (cf. Lc 2, 49), subrayando que ni María ni José "comprendieron esas palabras". La fe ilumina el camino de los hombres, pero también tiene un lado oscuro que hace pensar en "la noche de la fe" cantada por san Juan de la Cruz.
El padre Marie-Joseph Lagrange dedicó su vida a traducir y comentar la Biblia, reconociendo también que "la Palabra de Dios podría ser oscura". Sin este límite en el conocimiento de Dios, la fe ya no sería fe sino una clara visión.
Hermano Manuel Rivero O.P., Catedral de San Denis, Reunión (Francia), 24 de enero de 2020.