En 1983, el papa Juan Pablo II regresó a Polonia, cuatro años después de su primer viaje. En aquel primer viaje, el país estaba bajo asedio y los líderes del sindicato Solidaridad, que desaprobaban al régimen comunista, estaban en prisión en circunstancias particularmente dramáticas. Él regresó para implorar a la Virgen de Jasna Gora el 19 de junio de 1983:
"¡Madre! ¡Háblale a tu Hijo! ¡Cuéntale a tu Hijo sobre nuestra difícil realidad actual! En esta hora difícil de la historia, te confío, oh Madre, a todos los polacos porque de cada uno de ellos depende la perseverancia en el camino de la renovación, la justicia y la paz. Madre de nuestros corazones, haz que de estas palabras broten en todas partes la fuerza del perdón, porque sin el perdón no podemos escapar a las cadenas del odio. El odio es una fuerza destructiva y no podemos destruir ni permitirnos ser destruidos por él. El perdón es fuerte por el poder del amor. El perdón no es debilidad. Perdonar no significa renunciar a la verdad y la justicia, sino luchar por la verdad y la justicia por medio del Evangelio”.
Y el Santo Padre termina con una profecía esperanzadora: "El cardenal August Hlond, que tenía tanta veneración por ti, dijo en su lecho de muerte estas palabras: «La victoria, cuando llegue, llegará por María»”.
San Juan Pablo II, homilía en Jasna Gora, 19 de junio de 1983.