1° de agosto – San Alfonso María de Ligorio, fundador de los Redentoristas, doctor de la Iglesia (1696 - 1787)

Jesús es mediador de justicia, María es mediadora de gracias

Jesús es mediador de la justicia; María es mediadora de la gracia. Según san Bernardo, san Buenaventura, san Bernardino de Siena, san Germán, san Antonino y muchos otros1, ese es el plan, la voluntad formal de Dios:

Todas las gracias que Él otorgará a los hombres, todas sin excepción, pasarán por las manos de María.

A los ojos de Dios, las oraciones de los santos son oraciones de amigos; pero las oraciones de María son oraciones de la Madre. ¡Bienaventurados los que siempre esperan en esta Madre divina con confianza! Este atractivo perpetuo es una de nuestras devociones, la que más le atrae. Sigamos repitiendo: “Oh María, ruega a Jesús por mí”.

Así como Jesús es todopoderoso por naturaleza, así María es todopoderosa por la gracia. Así que lo que Ella pide, lo consigue. "Cuando María reclama de su Divino Hijo un favor para sus hijos, es imposible —escribe san Antonino—, ¡imposible que no lo consiga!"2. Porque Jesús está feliz de honrar a su Madre respondiendo a todas las oraciones que Ella le dirige. Por lo tanto, esta exhortación de san Bernardo: “Busquemos la gracia y busquémosla a través de María; porque Ella es madre y no puede ser rechazada”3. ¿Nos preocupa nuestra salvación? Supliquemos siempre a María para que pueda orar por nosotros, porque sus oraciones siempre son escuchadas.

No tengamos miedo de que María se niegue a escucharnos cuando le rezamos. ¿Por qué se regocija en su todopoderoso crédito ante Dios? Precisamente porque Ella puede conseguirnos todas las gracias que queremos. Pedir el perdón a través de María es obtenerlo. ¿Somos indignos de recibir una respuesta? María nos hace dignos de ella gracias a su poderosa intercesión. Es solo para poder salvarnos que Ella tan ardientemente desea que oremos por nosotros. ¿Qué pecador se ha perdido si le ha rezado a María, “refugio de los pecadores”, con confianza y perseverancia? Quien no recurre a María, se pierde.

(1) San Bernardo, Sermón 2 de Adviento, n. 5; PL 183, 43; TZ 51; san Buenaventura, El evangelio de Lucas, cap. 1, n. 38, Vivès tomo 10, 234; san Bernardino de Siena, sermón 52, De salutatione angelica, a. 1, cap. 2. Opera omnia, tomo 2, Quaracchi 1950, 157; san Germán, Homenaje a la morada de la Santísima Virgen María; PG 98, 379; San Atonino, Summa theologica, tomo 4, Verona 1740, 1061.

(2) San Antonino, Ibid., 1029
(3) San Bernardo, el nacimiento de María, n. 8; PL 183, 441; TZ 704

San Alfonso María de Ligorio

Fuente : El camino de la salvación, San Alfonso María de Ligorio

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