Después de nueve meses de convalecencia, desde marzo de 1522 hasta febrero de 1523, en Manresa, cerca del monasterio benedictino de Montserrat (diócesis de Barcelona, España), debido a una herida de guerra, san Ignacio de Loyola tuvo una visión que se relata en su autobiografía:
“Una noche, estando despierto, vio claramente una imagen de Nuestra Señora con el Santo Niño Jesús. De esa visión, que duró un espacio de tiempo considerable, recibió un gran consuelo y permanecerá con tal disgusto por toda su vida pasada y especialmente por las cosas de la carne, que le pareció que le habían quitado del alma todas las imágenes grabadas en ella antes.
Entonces, desde esa hora hasta agosto de 1533, cuando escribió esto, nunca tuvo «ni el más mínimo consentimiento para las cosas de la carne», dijo de sí mismo. Sin indicar el origen de esta visión, simplemente observa los frutos y el hecho de que, en su sobriedad, nunca se ha puesto en duda”.
San Ignacio de Loyola: Autobiografía conocida como El relato del peregrino (Écrits, 1991, 1022-1023).
Citado por el Dictionnaire des Apparitions (Diccionario de apariciones) del abad Laurentin, Fayard 2007.