Entre 1933 y 1938, el padre Léon Faure, entonces párroco de Châteauneuf-de-Galaure (Drôme), cuenta fielmente en pequeños diarios las palabras que escuchó cuando, el viernes, Marta Robin, su feligresa postrada en cama por la enfermedad, revivía la pasión de Jesús.
En uno de sus cuadernos, el padre Faure señala que, en los primeros días de noviembre de 1921, Marta fue herida de amor frente al altar de la Santísima Virgen:
"La Virgen ocupa un lugar tan importante en el proceso espiritual de Marta, que se prepara para la comunión eucarística rezando el Rosario. Muchos los rezó con Ella los miércoles por la noche, cuando el sacerdote generalmente le traía la comunión. Para Marta, no era algo teórico, sino una verdadera preparación para atreverse a comulgar confiando en María.
«¡Jesús, el adorable y dulce Jesús se entregará a mí! ... Ven, Dios de mi corazón, mi alegría, mi amor, mi vida, mi todo, tu pequeña esposa tiene hambre y sed de recibirte, amarte y para darse toda a ti solo. Le pido a mi querida Madre que se pare en la puerta de mi corazón para recibir allí a su Jesús, le ruego a mi ángel guardián y a todos los santos, nuestro angelito que siento aquí cerca, que ore por mí y también le digo a Jesús: mi pequeña alma te espera y te anhela; ¡qué bueno eres, rey de mi corazón, al querer venir a vivir en mí!» (18/08/1930)”.
Taller del padre Dominique Bostyn: Encuentro Internacional de Saint-Laurent-sur-Sèvre 2004.