El 22 de marzo de 2020, Madagascar, como la mayoría de los países del mundo, entró en emergencia sanitaria. "Las iglesias se cerraron precisamente en un momento central de la fe cristiana: la última semana de Cuaresma, conocida como la Pasión, antes de celebrar la Semana Santa", dijo el padre Marcial Ramiakadaoro, director nacional de las Obras Misioneras Pontificias en Madagascar, describiendo cómo la Iglesia local experimentó la situación de bloqueo causada por la pandemia de Covid-19.
Esta pandemia, dijo el director nacional de las Obras Misioneras Pontificias, no ha debilitado la fe malgache. "Los fieles no cuestionaron la fe en Dios a pesar de la epidemia. Por el contrario, un despertar de la fe fue notable, aun cuando las iglesias estaban cerradas. Cada vez más fieles se han dedicado a la oración personal en casa, aprovechando el mes mariano para rezar el Rosario en familia. Este hecho los llevó a la búsqueda de la presencia de Dios y de su poder”.
“El Jefe de Estado consultó a los líderes de la Iglesia sobre las decisiones que debían tomarse influyendo en la vida y en la fe de los pueblos. Incluso si las consecuencias de la pandemia repercutieron en la situación social y económica del país, como en muchos otros países del mundo, la Iglesia ha seguido siendo una fuente de vida y un lugar de esperanza para el pueblo malgache", concluyó el director nacional de las Obras Misioneras Pontificias.
Adaptado de: Agencia Fides, 15 de mayo de 2020, Antananarivo.