Detrás de esta devoción, tomada de un episodio de la vida cotidiana de una pareja de alemanes, se esconde en realidad un milagro ocurrido frente a otro cuadro pintado en honor a Nuestra Señora de la Nieve, cuya conmemoración, desde el siglo V, está al origen de toda doctrina cristiana y de toda la devoción de la Iglesia a María, Madre de Dios1.
Estamos en 1615. Wolfgang Langenmantel y Sophie Imhoff están casados desde hace tres años, pero viven discutiendo constantemente y su matrimonio ya está en crisis, por lo que planean divorciarse. Pero ambos son católicos devotos y sufren por esa decisión. Por ello, antes de llegar a la separación definitiva, el esposo decide ir al cercano monasterio bávaro de Ingolstadt (Alemania) donde reside el padre jesuita, austriaco, Jakob Rem (1546-1618), conocido y muy apreciado por su capacidad de discernimiento y su profundidad espiritual.
El padre Rem es un gran devoto de la Santísima Virgen. Inmediatamente se arrodilla ante el cuadro de Nuestra Señora de la Nieve, colgado en la capilla del monasterio, la misma que se le apareció, un buen día de abril de 1604 y le pidió que la invocaran bajo el título de Maria ter admirabilis (María tres veces admirable), cuyo nombre hizo que sus discípulos repitieran tres veces seguidas. Nuestra Señora de la Nieve ha sido la Santa Patrona de la diócesis de Eichstätt desde 1942.
El 28 de septiembre de 1615, tuvo lugar un evento extraordinario en la capilla del monasterio. Mientras seguía rezando intensamente a la Virgen, el padre Jacob tenía en sus manos la cinta de bodas de los cónyuges, que según la tradición local, tenían alrededor de sus manos unidas, al intercambiar sus promesas, para marcar los lazos indisolubles de su unión ante Dios. Sofía se la confió para que acompañara sus oraciones. La cinta estaba llena de nudos, cada nudo correspondía a cada discusión que había tenido con su esposo.
El padre jesuita, al pie del cuadro, le ruega a la Virgen que desate todos esos nudos y permita que esta pareja encuentre la paz. Entonces, de repente, ve que los nudos se deshacen uno tras otro y que la cinta se vuelve lisa y blanca como el día de su boda, y con un brillo que ningún pintor puede reproducir. Muy rápidamente la pareja recibe los beneficios y se reconcilia. Se evita el divorcio y los cónyuges vivirán en comunión y felices hasta el final de sus días.
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