Vivimos en la región de Rhône-Alpes y fuimos a Medjugorje (Bosnia–Herzegovina) en 2017, un poco por curiosidad; pero ahí la Virgen María extrajo del fondo de nuestro corazón un dolor —un aborto—, un dolor con el que habíamos vivido desde hacía mucho tiempo.
En Medjugorje, la Virgen María nos enseñó a reconocer las cosas que no nos atrevemos a admitir. Al tomarnos de la mano, en el momento de la confesión, María sacó del fondo de nuestro corazón ese dolor que había estado allí durante más de diez años: un aborto, el niño que no tuvimos por falta de diálogo y coraje, porque ya teníamos cinco hijos pequeños en casa. Pero eso no nos disculpa.
María nos ayudó a entregarle ese sufrimiento al Señor para que Él nos perdone y para que podamos amarlo con amor profundo. Cuando regresamos, hablamos con nuestros hijos que ya son adultos. Oramos por todas esas vidas. Que nuestras oraciones ayuden a los que dudan para que tomen la decisión correcta.
Que la Virgen María y el Señor guíen nuestros pasos.
María y Pablo. Adaptado de: Club Medj