16 enero– París, Francia: Nuestra Señora de las Victorias

“Consagra tu parroquia al Santísimo e Inmaculado Corazón de María”

Los monjes que vivieron en París en el siglo XVII bajo la regla de san Agustín, llamados “Pequeños Padres”, le pidieron al rey subsidios para la construcción de la capilla de su convento. El rey de Francia, Luis XIII, finalmente aceptó bajo una condición: que se llamara Nuestra Señora de las Victorias, en acción de gracias por el triunfo en el asedio de la ciudad de La Rochelle que él acababa de alcanzar en el otoño de 1628, salvaguardando así la unidad del reino. El rey quería colocar todas las futuras victorias militares en manos de María.

En octubre de 1637, el hermano Fiacre de Sainte-Marguerite (1609-1684) recibió allí la revelación de que se rezaran novenas por el nacimiento del heredero al trono de Francia, el futuro Luis XIV. Durante la Revolución Francesa los religiosos se dispersaron y la iglesia fue cerrada, despojada de sus obras de arte y transformada en la sede de la Lotería Nacional y, más tarde, de la Bolsa de Valores. El culto renació en 1809, cuando se convirtió en una iglesia parroquial.

Charles Dufriche-Desgenettes, ordenado sacerdote en 1807, fue nombrado párroco de Nuestra Señora de las Victorias en 1832. Estaba abrumado por el desánimo frente a su iglesia vacía y a punto de abandonar su ministerio; sin embargo, mientras celebraba Misa, escuchó la siguiente orden dos veces: “Consagra tu parroquia al Santísimo e Inmaculado Corazón de María”. Era el 3 de diciembre de 1836.

En un gran acto de fe, el abad le confía a la Virgen el éxito pastoral de su parroquia y, en pocos días, crea una asociación de oraciones en honor del Inmaculado Corazón de la Santísima Virgen. El propósito de la asociación —escribe— es obtener la misericordia divina, a través de la protección y las oraciones de María, así como la conversión de los pecadores. A partir de entonces, los asociados rezarán y los fieles se multiplicarán.

La iglesia fue acertadamente llamada así porque María ganó muchas victorias, especialmente en los corazones. Los 37,000 exvotos dan testimonio de ello, lo que demuestra hasta qué punto la intercesión de María es una poderosa ayuda para dirigir la batalla espiritual.

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