Mi nombre es Floribert Lumpungu. Tengo 68 años y vivo en Lubumbashi, una ciudad de la República Democrática del Congo.
¡La Santísima Virgen María es verdaderamente una Madre que escucha e intercede! En 1968, cuando yo tenía 16 años, mi mamá había viajado a Kinshasa, la capital, y nos habíamos quedado con nuestro papá.
Una noche, cuando llegué a casa de la escuela alrededor de las 5:00 de la tarde, comencé a tener un dolor abdominal que se convirtió en una disentería amebiana severa. Me retorcía del dolor de estómago y así estuve hasta las 3:00 a. m. del día siguiente. ¡Estaba exhausto, deshidratado! Entonces tuve la idea de dirigirme a la Santísima Virgen María en estos términos: "¡Madre Santa, no puedo más! Si, por el poco tiempo que queda hasta la mañana, puedes interceder ante tu Hijo Jesucristo para que yo pueda dormir, solo un poquito y por la mañana ir al dispensario, ¡te lo agradeceré de todo corazón!
Mi hermano, mi hermana, ¿sabías que por la mañana me desperté muy fresco, sin ninguna sensación de debilidad? ¡Como si nada hubiera pasado el día anterior! ¡Y fui a la escuela y no al dispensario!
Hoy; cuando lo pienso, sonrío y solo puedo expresar con inmensa gratitud: "¡Mamá María, realmente eres una mamá!". ¡Y esta no ha sido la única vez en que la Madre María ha intercedido por mí en mi vida!".
Floribert Lumpungu: Testimonio enviado por un lector de Un minuto con María, septiembre de 2020.