El monte Efraín puede designar a María, siempre Virgen, Madre de Dios. Porque Ella era una montaña; Ella que, por la dignidad de su elección, supera a cualquier creatura elegida, por más grande que sea.
¿No fue María una montaña muy alta? Ella levantó una cima de méritos, por encima de todos los coros de los ángeles, hasta el trono de la divinidad, y así llegó a concebir al Verbo Eterno.
De hecho, profetizando su dignidad suprema, Isaías dijo: "Sucederá en el futuro que la montaña en la que se encuentra la casa del Señor será colocada en la cima de las montañas”. Sí, Ella era una montaña, colocada en la cima de las montañas, porque la grandeza de María brilla por encima de todos los santos.
San Gregorio Magno, papa (+604)