Mi abuela era polaca. En la década de 1910, era muy joven, debía haber tenido entre 10 y 15 años. Vivía en el campo, en la región de los Cárpatos polacos, al borde de un bosque vasto y profundo, y debía cruzarlo para tener agua todos los días y abastecer a su familia. El bosque estaba tan cerrado que avanzaba en la oscuridad y siempre con un nudo en el estómago porque en ese tiempo había muchos lobos en los Cárpatos.
¿Rezaba mi abuela mientras caminaba? Es probable. Aun así, un día fue atraída por una luz en medio de la oscuridad y, cuando se acercó, de repente vio a una mujer muy bella, radiante de luz, que le dijo que nunca más debería tener miedo en el bosque. Enseguida la desconocida desapareció.
Después de contar a los vecinos lo que había visto, le mostraron una imagen de la Santísima Virgen que no conocía y aseguró que era ella. Esa señora, vestida de esa forma, ¡era con la que se había encontrado a plena luz del día!
Mi madre, su hija, me contó esta anécdota. No creo que mi abuela la haya inventado. ¡Ustedes son las primeras personas a las que les digo esto! De hecho, ¡siempre tengo la impresión de tener a mi abuela cerca de mí y a la Santísima Virgen María no muy lejos tampoco! Perdón por dar a conocer estas cosas tan tarde, ¡pero las entrego tal como las recibí y doy gloria a María!
Éric: Testimonio recibido por Un minuto con María el 1 de junio de 2020.
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