Así que tengan cuidado, mis hermanos. Presten más atención, les ruego escuchar lo que dice el Señor Cristo, al extender su mano sobre sus discípulos: “Estos son mi madre y mis hermanos, y el que hace la voluntad de mi Padre que me envió, él es para mí un hermano, una hermana y una madre”. ¿No hizo la Virgen María la voluntad del Padre que creyó por fe, concibió por fe, fue elegida para que de Ella naciera para nosotros la salvación entre los hombres, quien fue creada por Cristo, antes de que Cristo fuera creado en Ella? Ella hizo absolutamente la voluntad del Padre, Santa María; y significa más para María haber sido la discípula de Cristo, que haber sido la Madre de Cristo. (...)
Así, María es bendita por haber escuchado la Palabra de Dios y haberla guardado: Ella guardó la verdad en su corazón más que la carne en su seno. Cristo es verdad, Cristo es carne. La verdad de Cristo está en el corazón de María, carne de Cristo en el seno de María. Lo que está en el corazón es más que lo que está en el vientre.
Santa es María, bendita es María, pero la Iglesia es mejor que la Virgen María. ¿Por qué? Porque María es parte de la Iglesia, es un miembro santo, un miembro excelente, un miembro prominente y, sin embargo, un miembro de todo el cuerpo. Si es un miembro de todo el cuerpo, el cuerpo es sin duda más que un solo miembro. La cabeza es el Señor y todo Cristo es cabeza y cuerpo. ¿Qué decir? Tenemos una cabeza divina, tenemos a Dios como cabeza.
Entonces, mis queridos hermanos, tengan cuidado: ustedes también son miembros de Cristo, ustedes también son el cuerpo de Cristo. (...) Ustedes a quienes les estoy hablando, son miembros de Cristo: ¿quién los dio a luz? Oigo la voz de tu corazón: la Iglesia Madre. Esta santa y venerada Madre, similar a María, Ella da a luz y es virgen. Guarden la virginidad en sus corazones. La virginidad del espíritu es la integridad de la fe católica.
San Augustín: en san Agustin, Le visage de l’Église (El rostro de la Iglesia), Sermón Denis 25; M.A.158-164., Cerf, 1958, pág. 189. Textos escogidos por Hans Urs von Balthasar.