El 23 de agosto de 1994, en la región de Tesalónica, una ciudad portuaria griega, un par de médicos —el esposo pediatra y la esposa dentista— se estaban bañando con su niña de 9 años llamada Calíope. La niña, arrastrada por un remolino, se hundió y se ahogó. Sacada del agua ya muerta, fue llevada al hospital donde se confirmó su muerte.
El padre, un hombre piadoso, telefoneó a un monasterio ortodoxo para explicar la desgracia que había ocurrido y para pedir oraciones. El higúmeno1 le dijo al padre que confiara en la Misericordia de Dios y prometió enviarle inmediatamente un paño que había servido para llevar el icono milagroso de la Madre de Dios de Andros durante la procesión en su festividad. El padre dijo que no había nada más que hacer, pero que aceptaba el precioso regalo, y que se lo pondría como mortaja al cuerpo de su pequeña para que la Madre de Dios la llevara junto a Ella al paraíso.
Llegó el paño, Calíope había estado muerta durante casi nueve horas. Le pusieron el paño que había tocado el icono milagroso sobre su cuerpo a modo de mortaja. ¡Y la niña resucitó!
Los médicos advirtieron a los padres que, al haber estado muerta durante tantas horas, seguramente habría sufrido algún daño cerebral. Les dieron, pues, una bolsa de plástico con medicinas para la niña cuando esta fue dada de alta en el hospital.
En el automóvil, camino a casa, el padre rezó a la Madre de Dios, diciéndole que si había resucitado a su pequeña hija, también podría hacer que no le quedara ninguna secuela del accidente. Abrió la ventana y tiró los medicamentos por la ventana. Calíope salió de esta aventura sin ningún daño. Más adelante se convertiría en la mejor estudiante de su clase.
El 25 de julio de 1995, fue con sus piadosos padres al Monasterio de San Nicolás de Andros, donde se encuentra el icono milagroso de la Madre de Dios "Raíz de Jesé".
1 Superior en los monasterios ortodoxos.
Claudio Lopez-Ginisty. Testimonio dado por el higúmeno Doroteo de San Nicolás de Andros: Blogspot