Los evangelios refieren varias apariciones del Resucitado, pero no hablan del encuentro de Jesús con su Madre. Ese silencio no debe llevarnos a concluir que, después de su resurrección, Cristo no se apareció a María; al contrario, nos invita a tratar de descubrir los motivos por los cuales los evangelistas no lo refieren.
Si los autores del Nuevo Testamento no hablan del encuentro de Jesús resucitado con su madre, tal vez se debe atribuir a que los que negaban la resurrección del Señor podrían haber considerado ese testimonio demasiado interesado y, por consiguiente, no digno de fe.
¿Cómo podría la Virgen, presente en la primera comunidad de los discípulos (cf. Hch 1, 14), haber sido excluida del número de los que se encontraron con su divino Hijo resucitado de entre los muertos?
Más aún, es legítimo pensar que probablemente Jesús resucitado se apareció a su Madre en primer lugar. La ausencia de María del grupo de las mujeres que al alba se dirigió al sepulcro (cf. Mc 16, 1; Mt 28, 1), ¿no podría constituir un indicio de que Ella ya se había encontrado con Jesús? Esta conclusión quedaría confirmada también por el hecho de que las primeras testigos de la resurrección, por voluntad de Jesús, fueron las mujeres, las cuales permanecieron fieles al pie de la cruz y, por tanto, más firmes en la fe.
Papa Juan Pablo II: Audiencia General, 21 de mayo de 1997.