En esta semana, celebramos la festividad del nacimiento de la Santísima Virgen María, que ha sido fijada para el 8 de septiembre. Conmemoración antigua e ineludible, es la primera gran festividad del ciclo de los santos y un día de alegría para todos nosotros.
El nacimiento de María fue un milagro: sus padres Joaquín y Ana eran de edad avanzada y no tenían esperanzas de procrear. Pero Dios había planificado las cosas de otra manera y recibieron el anuncio de sus planes sobre ellos.
Así, María fue concebida con la intención de llevar y a su vez traer al mundo a Aquel que será el Hijo de Nuestro Señor. El nacimiento de María trajo consuelo y alegría al mundo al prepararlo para la venida de Cristo. Por eso debemos honrarla.
Hoy más que nunca, el mundo necesita encontrar consuelo y alegría.
“¡Cuántos milagros convergen en esta niña! ¡Cuántas alianzas se hacen en Ella! Hija de la infertilidad, será la virginidad que da a luz. En Ella se hará la unión de la divinidad y la humanidad, de la impasibilidad y el sufrimiento, de la vida y la muerte, para que, en todo, lo malo sea conquistado por lo mejor” (Homilía de san Juan Damasceno).
Xavier Martin, delegado general de la Alianza Divina Misericordia