La festividad de Nuestra Señora del Rosario ya se celebraba en 1547, en Tortosa (España), el tercer domingo de abril, cuando Pío V instituyó la festividad de Nuestra Señora de la Victoria (1572) el primer domingo de octubre, en acción de gracias por la victoria de Lepanto donde, a la entrada del Golfo de Corinto, la flota cristiana preparada por la Santa Sede, España, Venecia, Saboya, Mantua, Ferrara, Génova y Lucca, bajo el mando de don Juan de Austria, aplastó a la flota turca de Ali Pasha (7 de octubre de 1571). Fue en esta ocasión cuando se agregó a las letanías de la Santísima Virgen la invocación de “Auxilio de los cristianos, ruega por nosotros”.
El papa Gregorio XIII, quien atribuyó la victoria de Lepanto a las procesiones realizadas en Roma por las cofradías del Santo Rosario, cambió la festividad de Nuestra Señora de la Victoria por la del Santo Rosario y la fijó para el primer domingo de octubre (1573); entonces era obligatoria solo para las iglesias romanas que poseían una capilla o una hermandad del Santo Rosario.
Clemente X concedió esta festividad a España (1671) antes de que Clemente XI la extendiera a la Iglesia Universal, celebrada el día de la octava de la Asunción, tras la victoria de Peterwaradin que el príncipe Eugenio de Saboya había obtenido frente a los turcos (5 de agosto de 1716). Pío X le asignó el 7 de octubre (1913).