En el pueblo de Bargemon (diócesis de Fréjus-Toulon, sur de Francia), en el año 1635, Isabel Caille, residente de este pueblo, sufrió durante dos años una fiebre constante acompañada de una contracción de los nervios, lo que la hizo propensa a accidentes como caídas cinco o seis veces al día y a tomar remedios inútiles.
En la tarde del 17 de marzo de 1635, una hermosa peregrina llamó a la puerta de la casa de Isabel. Estaba vestida con su abrigo pobre y gastado, bajo el cual llevaba un vestido de terciopelo verde. Su rostro, de rara belleza sonriente; el cabello, largo y rubio; sus ojos brillaban con una luz clara y suave. Llevaba un gorrito del color de su vestido, con una corona de oro y perlas.
Isabel, asombrada, le preguntó de dónde venía. La señora respondió que venía de lejos y le preguntó por el camino a la iglesia para rendir homenaje a Dios. Isabel la acompañó allí y oró con ella, luego invitó a la desconocida a descansar en su casa. Pero la hermosa señora se negó, diciendo que venía solo para curarla de sus males y para pedirle que le hiciera un vestido, ya que el primero, que estaba usando, estaba demasiado gastado. Habiendo obtenido la promesa de este vestido, la peregrina desapareció.
Al día siguiente, los penitentes blancos golpearon la puerta de Isabel, llevando una estatuilla de Nuestra Señora en una caja cubierta con tafetán verde. Vinieron a rogarle a su esposo, amigo del maestro vidriero de la región, que les proporcionara un santuario para albergar la estatuilla. Isabel Caille, aún bajo la alegría de su visión del día anterior, reconoció que esta Santísima Virgen ¡era en realidad la hermosa peregrina que le había hablado el día anterior! Su esposo entonces fue a la vidriera de inmediato para hacer el relicario solicitado.
Pero el mismo día, Isabel Caille ¡quedó completamente curada de sus males! El milagro fue confirmado por los médicos, luego por el obispo del lugar. Fue la primera de una cantidad de maravillas para todos aquellos que desde entonces han acudido a venerar y rezar a Nuestra Señora de Bargemon. En el siglo XIX, por diversas razones, el santuario cayó en desuso; pero hoy ha recuperado su fervor y las curaciones y milagros comienzan a multiplicarse.
Fuente: notredamedebargemon.com
Fuente: Notre Dame