Los Misioneros de la Caridad están llamados a reconocer al Cristo que muere en la cruz escondido bajo el miserable disfraz de los más pobres entre los pobres. María fue la primera Misionera de la Caridad porque fue la primera en traer a Jesús a su vientre y dárselo al mundo. También fue la primera en apagar su sed ardiente de amor, al pie de la cruz.
María puede enseñarnos el silencio, cómo mantener todas las cosas en nuestros corazones como Ella lo hizo, cómo orar en el silencio de nuestros corazones. María puede enseñarnos la bondad, Ella que fue apresuradamente a ver a Isabel para servirla. "No tienen vino", le dijo a Jesús en la boda en Caná. Seamos conscientes, como Ella, de las necesidades de los pobres, sean estas materiales o espirituales y, como Ella, compartamos generosamente el amor y la gracia que se nos ha dado.
María nos enseña la humildad, llena de gracia. Siendo solo la sierva del Señor, está al pie de la cruz, como uno de nosotros, como un pecador que espera la redención. Como Ella, sirvamos a los moribundos, a los pobres, a los que están solos y a los no deseados, de acuerdo con los dones que hemos recibido. No nos ruboricemos por hacer los trabajos más humildes y no tardemos en cumplirlos.