Entre muchos de nuestros contemporáneos es fuerte la tentación de tildar de obsoleto el culto a María. Según algunos, la piedad mariana transmite una fe simplista, más bien emocional, marcada por la superstición o por una sensibilidad dolorista y superficial; una fe sin razón, que se refugiaría en un fervorín (1).
El culto mariano no es una piedad anticuada. Por el contrario, involucra una visión del hombre y de la historia de la Salvación que ofrece una respuesta adecuada a los angustiantes interrogantes de nuestra cultura posmoderna.
(1) Pequeña reflexión para despertar el fervor
Mgr Dominique Rey
Extracto del prefacio del libro Le Trésor Inconnu (el Tesoro desconocido) del Hno. Rafael (Ediciones Benedictinas), quien cuenta la maravillosa historia del santuario de Nuestra Señora de Bargemon (Haut-Var), hoy en plena renovación.