El ataque alemán a Amiens (Francia) en la primavera de 1918 terminó en un fracaso. El 24 de abril de 1918, la división bávara de la que fui capellán intenta un último ataque que termina en sangre. Acosados y con fuertes pérdidas, salimos del frente y nos detuvimos en el pueblo en ruinas de Clairoux, en Noyon (Francia). La iglesia, muy dañada, acogió a buen número de soldados.
Esto sucede en el mes de mayo. Afuera, miles de narcisos cubren los prados. Busco un lugar adecuado para celebrar la Santa Misa y el mes de María. Por la tarde, algunos soldados vienen a decirme que van a dejar la iglesia y que se irán a alojar a otro lugar. Así que podremos celebrar el mes de María en la iglesia. Se invita a los soldados a participar en la ceremonia y a recoger flores para adornar el altar de la Inmaculada, cuya estatua encontramos intacta.
En la tarde, cuando entro a la iglesia, me cuesta creer lo que veo. La Reina de Mayo está rodeada por un bosque de narcisos. Me conmuevo hasta las lágrimas. Por la tarde, la iglesia está llena de gente. A la cabeza de su tropa, el general D. de Munich... Cantamos el conocido himno: "Maria zu lieben ist allzeit mein Sinn" (Amar a María siempre es mi deseo). Cada noche, renovamos esta devoción.
A mediados de mayo, se da una alerta. El batallón debe partir apresuradamente para participar en la batalla de Noyon. Fue terrible esa batalla. Los muchachos vuelven cubiertos de sudor y polvo. Un soldado viene con un enorme ramo de narcisos:
—Señor capellán —me dijo— acepte este ramo, lléveselo a la Reina de Mayo. Ella me protegió de manera extraordinaria. Que esta sea una muestra de mi gratitud.
—Pero dime, ¿cuántos de los nuestros han caído? ¿Ninguno?
—No, ninguno.
—¿Y cuántos heridos?
—¡Ninguno, tampoco!
A menudo pienso en ese mes de María de 1918 y confieso que María, como Reina, sabe cómo recompensar.
L. Brem: capellán militar del ejército alemán
(cf. "Ein Mutterherz fur alle", A.M.WEIGL) Recueil marial 1986