7 marzo – Italia: Aparición de la Madona del Monte Berico (1426)

¡Virgen María, seré liberado si me concedes tu apoyo!

Había en Reisberg, en el norte de la región de Vosges (Francia), un canónigo muy mariano. Al ver la muerte que se aproximaba, recibió los últimos sacramentos y envió a buscar a sus hermanos religiosos, a quienes les rogó que no lo abandonaran en el último trance.

Apenas comenzó a hablarles, en presencia de ellos mismos se puso todo él a temblar, y bañado en un sudor frío les preguntó a los religiosos con voz temblorosa si no veían a los demonios que se acercaban para llevárselo al infierno. “Hermanos, agregó, imploren la ayuda de María; yo confío en Ella y Ella me hará triunfar.”

Los religiosos entonces recitaron las letanías de la Santísima Virgen y, al oír las palabras "¡Santa María, ruega por nosotros!”, el moribundo gritó: repitan, repitan el nombre de María, ¡porque ya estoy ante el tribunal de Dios! Después de un momento continuó: “Sí, cometí ese pecado, pero hice penitencia”. Y dirigiéndose a la Virgen María: “¡Oh Virgen María, seré liberado si me concedes tu apoyo!”. Los demonios lo estuvieron atacando toda la noche y él se defendió con el crucifijo e invocando el nombre de María.

Al amanecer, recuperada la serenidad, el canónigo exclamó: ¡María, mi dueña y mi refugio, me salvó! Y, mirando a la Virgen que lo invitaba a seguirla, dijo: "Ya voy, ¡oh, mi soberana!”. Y expiró lentamente.

Alfonso de Ligorio: Tomado de Las glorias de María 

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