Las apariciones en Japón en 1973 y la de Ámsterdam en 1945 tienen un punto en común. Estas dos apariciones están vinculadas a un milagro eucarístico que da la prueba formal de la transubstanciación, a saber, que el sacrificio máximo de Cristo se repite todos los domingos en la Misa, como lo proclamó el Concilio de Letrán IV en 1215.
El año 1973, fecha de las apariciones de Akita, es también el año en que un equipo de científicos de las Naciones Unidas reconoció el milagro eucarístico más antiguo y conocido, el de Lanciano (Italia). En cuanto a Ámsterdam, un bastión protestante hostil a cualquier idea de la transformación del pan en el cuerpo de Cristo, ¡la Santísima Virgen misma dice que la eligió como la ciudad del Santísimo Sacramento! (mensaje del 20 de marzo de 1953).
Nuestra Señora es perseverante en sus ideas y se las arregla de antemano. Desde el 15 de marzo de 1345, 600 años antes de la aparición de Nuestra Señora de todos los Pueblos en Ámsterdam, ¡otro milagro eucarístico ocurrió en la misma ciudad! Un moribundo, Ijsbrand Dommer, que acababa de recibir la comunión, vomita la hostia consagrada. Esta es arrojada al fuego, pero las personas presentes se sorprenden al ver la hostia intacta suspendida entre las llamas. Finalmente será recogida y llevada solemnemente en procesión a la iglesia.
El obispo de Utrecht reconoció el milagro en 1346 y se conmemoró cada año, pero en 1578, el municipio se convirtió en protestante y prohibió cualquier procesión. Estas continuarán a pesar de todo, pero en silencio. Pero es una copia de la estatua de la Virgen de Ámsterdam que despierta los acontecimientos de Akita, en el convento de las Hermanas de la Eucaristía. En Japón, la Virgen con lágrimas insiste incansablemente. Desea transmitir en un mensaje a la hermana Agnès Sasagawa que Cristo está realmente presente en la Eucaristía, como si ya nadie lo creyera...
En Akita, Nuestra Señora insiste en los sufrimientos de su Hijo que nos permiten estar todavía a la espera de un veredicto. "Yo evité la llegada de las calamidades ofreciendo al Padre los sufrimientos del Hijo en la cruz...".