La Orden de Nuestra Señora de la Merced, comúnmente conocida como la Orden de los Mercedarios, fue creada para liberar a los cristianos cautivos en tierras musulmanas. El origen de la Orden se remonta al siglo XIII, cuando Nuestra Señora se apareció a san Pedro Nolasco (1189-1256). Fue en la medianoche del 1 de agosto de 1218, en una iglesia de Barcelona, que la Virgen María, acompañada por ángeles y santos, se habría dirigido a san Pedro Nolasco y le dijo:
“Hijo mío, soy la Madre del Hijo de Dios, quien, por la salvación y la libertad del género humano, derramó su sangre, sufriendo la muerte cruel de la cruz; y vengo aquí para buscar hombres que, como mi Hijo, quieran dar su vida por la salvación y la libertad de sus hermanos cautivos”.
Luego hizo saber que deseaba se fundara una orden en su honor para “redimir a los esclavos cristianos del poder de la tiranía de los turcos, incluso ofreciéndose a cambio, si fuera necesario, para aquellos a quienes no pudieran canjear de otra manera”. Antes de retirarse, la Virgen María había afirmado que ayudaría a Pedro Nolasco “en todo este asunto”.
Aprobada y apoyada por el primer rey de Aragón (España), la Orden de Nuestra Señora de la Merced, que significa “gracia” en español y alude a “merces”, que significa “rescate” en latín, comienza sus expediciones un poco después. El primero en viajar será el mismo Pedro Nolasco, quien, acompañado por otro religioso, logró liberar a 400 cristianos esclavizados en el reino del Al Andalus, en Granada y Valencia (711-1492).
Hoy en día, la Orden de Nuestra Señora de la Merced aún existe y tiene más de 700 religiosos en todo el mundo. Al igual que la Orden de los Trinitarios, estos monjes acuden en ayuda para educar y cuidar, gracias a sus múltiples centros presentes en todo el mundo; pero también para acompañar a los huérfanos o prisioneros, practicando el Evangelio.