El hermano Aranguren, un catequista que enseñaba en la espesa selva al sur de Bogotá (Colombia) fue diagnosticado con cáncer de la lengua y llevado a la ciudad para ser operado. Con la esperanza de salvar su lengua para poder continuar su trabajo, los doctores le practicaron una ablación parcial, pero el cáncer se desarrolló y requirió una extirpación total.
La noche anterior a la operación, Nuestra Señora se le apareció, lo tocó y lo sanó: "Sigue enseñando el catecismo y enséñales a rezar el Rosario. No le digas esto a nadie hasta que hayas hablado con el doctor".
A la mañana siguiente, el hermano, que se negó a ser anestesiado, fue llevado al médico, quien le habló de la importancia de prolongar su vida, incluso a costa de perder el habla. Pero el hermano le explicó que el cáncer había desaparecido y el médico descubrió que la parte extirpada de la lengua se había reconstituido completa y perfectamente...
Una placa en el colegio jesuita de Bogotá conmemora este evento. El hermano Aranguren vivió todavía muchos años, cantando las alabanzas de Nuestra Señora, el poder y la importancia de su Rosario, y enseñando el catecismo a los niños.
John Haffert, en: Fatima : apostolat mondial (Fátima: apostolado mundial), pág. 235.