Carrie Gress, joven filósofa americana, es la autora de un libro titulado The Anti-Mary Exposed: Rescuing the Culture from Toxic Feminity (Las anti-María al descubierto: rescatar la cultura del feminismo tóxico). En él responde a una cuestión: después de Vaticano II, el lugar de María en la oración de muchos católicos parece haber disminuido; por supuesto, también vimos esto entre nuestros hermanos y hermanas protestantes en los últimos cinco siglos. ¿Cree usted que este gran cambio cultural —que condujo a la ideología feminista a negar cada vez más la especificidad de la vocación de la mujer— hubiese podido ocurrir si el lugar de María en la vida cristiana no hubiese sido reducido antes?
Dr. Gress: No, nunca hubiera sucedido, si Nuestra Señora hubiera permanecido en el centro de la cultura. (...) He leído autores protestantes que dicen lo mismo: que el protestantismo no ha creado ningún lugar para que las mujeres puedan realizarse como mujeres. Todos saben que los protestantes suprimieron las órdenes religiosas y abandonaron el modelo mariano. Ya no había espacio para que las mujeres entendieran su papel. Como resultado, los hombres han sido colocados en un pedestal y las mujeres ahora están reaccionando a ello (...).
Si nos fijamos en lo que la Iglesia Católica dijo realmente acerca de la mujer en lo que corresponde a la manera en que ella defiende la feminidad, la mayor parte de su enseñanza se deriva de la vida y del papel de la Virgen María. La Iglesia está en avanzada respecto al tema de las mujeres.
Históricamente, las mujeres que han hecho historia son en su mayoría santas. Entendieron que tenían que atar su voluntad a la voluntad de Dios y, por tanto, fueron capaces de hacer cosas que nunca habrían podido hacer sin Dios. Pienso en santa Elena, santa Lucía, santa Mónica, santa Catalina de Siena o santa Juana de Arco. Todas estas mujeres notables tenían vocaciones muy diferentes. Ninguna puede ser descrita como una mujer sin personalidad. La Iglesia hizo lo correcto al reconocer que las mujeres llegaron muy alto al convertirse en santas. Desgraciadamente, esto ha sido borrado de nuestra memoria colectiva al igual que ha sido borrada María.
Fuente: Catholic Exchange, 18 de marzo de 2019.