En Rusia, financiado por el gobierno ruso, el tren San Lucas, un tren-hospital, recorre Siberia y el oriente ruso para atender a las personas que viven en aldeas remotas. De hecho, en estos lugares casi aislados del resto del mundo debido a la distancia geográfica y el éxodo rural, a menudo faltan médicos e infraestructuras médicas. Para los aldeanos, la llegada del tren-hospital una vez al año es un evento que no deben perderse.
En el convoy, gracias al equipo con que cuentan, médicos y enfermeras realizan ecografías, escáneres, análisis de sangre, diagnósticos... Las visitas y la atención son gratuitas. En total, todas las profesiones reunidas comprenden casi 75 personas a bordo del tren, con más de veinte especialidades médicas. El equipo se detiene más o menos largo tiempo en los pueblos. En promedio, los médicos atienden a 150 pacientes al día.
El tren lleva el nombre de San Lucas. En efecto, beatificado en el año 2000 en la Iglesia Ortodoxa, Lucas fue sacerdote y cirujano, y sobrevivió a la Revolución bolchevique y los Gulags de Stalin. Muy centrado en la Virgen María, no dejó de orar antes de operar a alguien. Uno de los vagones se ha convertido en una iglesia. Los pacientes pueden acudir a rezar entre dos exámenes en este vagón iluminado por el brillo de las velas. Más que un simple tren, el San Lucas es un verdadero lugar para vivir.