En Rostov, sobre el Don, Rusia, poco antes de la Segunda Guerra Mundial, la Iglesia de San Serafín, ubicada en la calle Gailovskala, fue desalojada y convertida en sala de cine. A la derecha, en la iglesia, se podía ver un magnífico fresco de la Virgen.
Cuando la iglesia se convirtió en cine, este fresco fue cubierto con una gruesa capa de cal, pero sucedió algo totalmente inesperado: cada vez que se apagaba la luz en la "habitación", el icono aparecía y brillaba con tal luminosidad que la pantalla se oscurecía.
Advertidos de este extraño fenómeno, una comisión municipal acudió varias veces a ver qué pasaba. En cada reunión, la comisión pudo constatar el hecho. Se juzgó que la capa de cal no era lo suficientemente gruesa; pero, a pesar de las nuevas capas agregadas, el icono siempre estaba iluminado, atrayendo la atención del público. Los "habitantes supersticiosos" de la ciudad comenzaron a extender el rumor del milagro que tuvo lugar en el cine, el cual finalmente cerraron.
Durante la guerra, cuando los alemanes ocuparon la ciudad de Rostov, la iglesia se abrió de nuevo y se ha mantenido hasta hoy. Las autoridades soviéticas consideraron que era mejor para las personas ver una pintura milagrosa en una iglesia que darle a los "espíritus oscuros" ocasión para hablar en voz alta de un milagro.
En Les nouveaux martyrs russes (Los nuevos mártires rusos) por M. Polsky.
Citado en el Florilegio mariano n°10 del hermano Albert Pfleger, marista (original en francés).