"El hombre originalmente dijo ‘no’ a Dios y en el Evangelio; María, en la Anunciación, le dijo ‘sí’. En ambas lecturas es Dios quien busca al hombre. Pero en el primer caso, después del pecado, se acerca a Adán y le pregunta: ‘¿Dónde estás?’ (Gn 3,9) y él responde: ‘Me había escondido’ (v. 10). En el segundo caso, por el contrario, se dirige a María, sin pecado, quien responde: "He aquí la esclava del Señor" (Lc 1,38). ‘He aquí’ es lo opuesto a ‘estaba escondido’.
‘Aquí estoy’ es la palabra clave de la vida. Marca el paso de una vida horizontal, centrada en uno mismo y en sus necesidades, a una vida vertical, orientada a Dios. ‘Aquí estoy’, es estar disponible para el Señor, es la cura del egoísmo, es el antídoto de una vida insatisfecha, a la cual siempre le falta algo. ‘Aquí estoy’ es el remedio frente al envejecimiento del pecado, es la terapia para mantenerse joven interiormente. ‘Aquí estoy’ es creer que Dios cuenta más que mi ‘yo’. Por eso, decirle ‘aquí estoy’ es el mayor elogio que podemos ofrecerle. ¿Por qué no comenzar el día con un ‘Aquí estoy, Señor’?
María agrega: ‘Hágase en mí según tu palabra”. No dice ‘que se haga según lo que yo pienso’, sino ‘según tu voluntad’. No le pone límites a Dios, no piensa: ‘Me dedico un poco a Él, me apuro y luego hago lo que quiero’. No, María no ama al Señor cuando le conviene, a trompicones. Vive confiando en Dios en todo y para todo. Ese es el secreto de la vida".
Papa Francisco: Extractos del Ángelus del 8 de diciembre 2018