Josefina Bakhita (1869-1947) es una antigua esclava de Sudán convertida al cristianismo que luego llegó a ser santa. Contar su vida es fascinante, ya que su trayectoria terrenal es muy poco común, casi romántica. Su largo recorrido de 78 años muestra que esta humilde Hija de la Caridad fue verdadera testigo del amor de Dios. Fue canonizada el 1 de octubre de 2000 por el papa san Juan Pablo II.
El 9 de enero de 1890, Bakhita fue bautizada. También recibe la Confirmación y la Comunión por primera vez. Ahora se llama Josefina (Giuseppina, esto es, Gioseffa) del nombre de su madrina de bautismo. También mantiene los nombres de Fortunata y Bakhita, y recibe, además, el de María, pues se puso bajo la protección de la Virgen. Ese mismo día hizo su consagración a Nuestra Señora y recibió la medalla y la cinta azul de las Hijas de María.
Su devoción a la Santísima Virgen es grande: "La Virgen me protegió, aun cuando no lo sabía. Incluso en las profundidades del desaliento y la tristeza, cuando era una esclava, nunca desesperé, porque sentía en mí una fuerza misteriosa que me sostenía”.
Poco a poco creció en ella el deseo de convertirse en religiosa. El 8 de diciembre de 1896, en Verona (Italia), hizo su primera profesión. También recibió la medalla de Nuestra Señora de los Dolores.
En diciembre de 1946, sus problemas de salud presagian un fin inminente. Madre Clotilde Sella comenta: “(...) cuando le recordé que estábamos en sábado, el día dedicado a la Virgen, madre Josefina exclamó con alegría: ‘¡Qué feliz soy! ¡Madonna! ¡Madonna!’. Esas fueron sus últimas palabras inteligibles”. Era el 8 de febrero de 1947.
Tomado de Nuestra Historia con María (programa en francés de la Asociación Marie de Nazareth)