¿Dónde se encuentra Jesús en la tierra si no en los brazos de María? ¿No es ella quien nos dio la Eucaristía? Cuando consintió con la encarnación de la Palabra en su seno, comenzó el gran misterio de la reparación a Dios y la unión con nosotros que Jesús realiza durante su vida mortal y que continúa hasta el Sacramento.
Sin María, no iríamos a Jesús. Porque Ella lo posee en su corazón: se deleita en Él y aquellos que quieren conocer sus virtudes íntimas, su amor secreto y privilegiado, deben buscarlos en el corazón de María. Aquellos que aman a esta buena Madre encuentran a Jesús en su corazón purísimo. Nunca debemos separar a María de Jesús: no podemos ir a Él sin pasar por Ella.
Incluso diría que cuanto más amamos la Eucaristía, más debemos amar a María: amamos todo lo que un amigo ama. ¿O existe una criatura más querida por Dios, una madre más tiernamente afectuosa con su hijo, que María con Jesús?
San Julien Eymard, fundador de la congregación del Santísimo Sacramento