Dios quiere darnos todas sus gracias a través de las manos de su Madre. Y es extraordinario ver que, en 1921, cuando el mensaje de Fátima aún no se conocía, Benedicto XV estableció la fiesta de María Mediadora de todas las gracias, el 31 de mayo, el último día del mes de María. Esta decisión del Papa concuerda perfectamente con el espíritu del mensaje de Fátima. Pero el Papa no tuvo oportunidad de inspirarse en él, pues esa parte del mensaje no se reveló sino hasta diciembre de 1927. Esta concomitancia entre las apariciones de Fátima y la creación de la fiesta de María Mediadora por Benedicto XV es una señal de que el cielo quería que se instituyera dicha festividad.
Benedicto XV estableció esta festividad, en primer lugar, en todas las diócesis de Bélgica, luego en España y, finalmente, en todas las que la solicitaran. De esta forma se extendió a muchas diócesis. Desafortunadamente, hoy en día ha caído un poco en el olvido, porque el 11 de octubre de 1954, con la Encíclica Ad Coeli Reginam, Pío XII instituyó la fiesta de Santa María Reina, pidiendo que se renovara ese día la consagración de la humanidad al Corazón Inmaculado de María. Pero Pío XII eligió la fecha del 31 de mayo, de modo que, desde entonces, la festividad de María Mediadora no tiene una fecha propia en el calendario.
León XIII en la encíclica Octobri Mense, del 22 de septiembre de 1891, dice:
“Está permitido afirmar que nada, según la voluntad de Dios, nos es dado sin pasar por María, de modo que, así como nadie puede acercarse al Padre todopoderoso, sino a través de su Hijo, así nadie, por así decirlo, puede acercarse a Cristo si no es por medio de su Madre”.
En su amor por los hombres, los dos corazones de Jesús y María están tan unidos como lo estaban cuando el Niño Jesús crecía en el vientre de la Santísima Virgen. Por ello, la devoción al Sagrado Corazón y la devoción al Inmaculado Corazón de María no pueden separarse. Así, Fátima completa a Paray-le-Monial.
Yves de Lassus: Cap Fátima 2017