El 9 de junio 2019, en la festividad de Pentecostés, el patriarca Raï, jefe de la Iglesia maronita de Líbano, renovó la consagración de Líbano y de Medio Oriente al Corazón Inmaculado de María, una decisión que se remonta al 2013 y que ha sido retomada cada año, por recomendación del sínodo de los obispos de 2010 durante el pontificado de Benedicto XVI.
“Hemos palpado los frutos de esta consagración —dijo—, ya que cada vez que Líbano llega al borde del abismo a nivel político, de seguridad o financiero, la mano invisible de la Virgen lo protege y evita la caída fatal”.
Y el Patriarca también se explaya sobre algunos avances en Medio Oriente, que percibió como resultado de la protección maternal y providencial de María, como el hecho de que Irak no se dividiera en tres estados, que Mosul y la llanura de Nínive fueran finalmente arrebatados de las garras del ISIS y que Siria escapara del desmembramiento. Y anima a los pueblos de la región a confiar en la Virgen María para derrotar “al mercado del siglo que los quiere dispersar, destruir su identidad, cambiar su historia y convertirlos en mendigos despertando la hostilidad de los países de acogida”.
El sábado, al final del retiro anual del sínodo maronita, el obispo Raï había presidido la ceremonia de elaboración y consagración del aceite santo, el "miron", con todos los obispos maronitas del mundo reunidos en Líbano. La ceremonia, que normalmente se tiene el Jueves Santo, había sido pospuesta para que coincidiera con la presencia en Líbano de todos los obispos maronitas durante el sínodo.