Debemos atrevernos a decir que, de todas las Escrituras, los Evangelios son las primicias y que, entre los Evangelios, las primicias son los de Juan, cuyo significado no puede ser comprendido a menos que se haya reposado sobre el pecho de Jesús y que se haya recibido de Jesús a María como madre.
(...) María no tuvo más hijo que Jesús y, si Jesús le dijo a su madre: “He ahí a tu hijo” y no “ahí tienes a otro hijo", es como si estuviera diciendo: "Aquí está Jesús, a quien has dado a luz”.
De hecho, el que es consumado en Cristo ya no vive, sino que en él vive Cristo y porque en él vive Cristo, Jesús le dijo a María: “He ahí a tu hijo.
Orígenes: Comentario sobre San Juan, I, 23