De la Anunciación a la Eucaristía resuena el mismo "amén" de la fe. La Madre de Jesús, María, es el primer tabernáculo de la historia. Cristo se manifestó a través de la mirada y la voz de María cuando María visitó a Isabel.
Desde las bodas de Caná donde, a petición de su madre, Jesús convierte el agua en vino, hasta el momento de la Eucaristía, cuando Jesús se ofrece a sí mismo bajo las especies de pan y vino, se nos pide la misma fe y la misma confianza de su Madre.
Juan Pablo II colocó la institución de la Eucaristía entre los misterios luminosos del Rosario. María es, por su actitud interior, la “mujer eucarística”.
La Eucaristía tiene una dimensión sacrificial, es memorial de la muerte y resurrección de Jesús. Vivamos la Eucaristía con la actitud de María al pie de la cruz. En el memorial del Calvario, Jesús también dijo a todos: “¡He ahí a tu madre!”. La Eucaristía es un acto de alabanza, ¡vivámosla con el Magníficat de María!
Françoise Breynaert
pour l'Association Marie de Nazareth