Josefina Bakhita (1869-1947), una antigua esclava sudanesa que alcanzó la santidad, es muy conocida en África, pero todavía muy poco en Occidente. Su juventud está llena de hechos extraordinarios, pero el periodo de su vida religiosa es el más importante.
(...) Hacia fines de 1889, completa su instrucción religiosa y, el 9 de enero de 1890, Bakhita recibe el bautismo de manos del arzobispo Domenico Agostini, cardenal arzobispo de Venecia. También hace la Confirmación y recibe la Comunión por primera vez. Su nombre en adelante será Josefina, como se llamaba su madrina de Bautismo. También conserva los nombres de Fortunata y Bakhita, y recibe, además, el de María para ponerse bajo la protección de la Santísima Virgen. Vestida con el traje blanco de su bautismo, se consagró ese mismo día a Nuestra Señora y recibió la medalla y el lazo azul de las Hijas de María.
Su devoción a la Santísima Virgen es muy grande: “la Santísima Virgen me protegió, aun cuando no la conocía. Incluso en las profundidades del desaliento y la tristeza, cuando era esclava, nunca me desesperaba, porque sentía en mi interior una fuerza misteriosa que me sostenía”. Poco a poco, creció en ella el deseo de convertirse en religiosa. ¿Es eso posible? La madre superiora Anna Previtali no se opone: ni el color de la piel ni la posición social son obstáculos para ser una hermana.
El 7 de diciembre de 1893, ingresó al noviciado en la Casa de los Catecúmenos en Venecia, y un año y medio después, el 21 de junio de 1895, el día de la festividad del Sagrado Corazón, tomó los hábitos. El 8 de diciembre de 1896, en Verona (Véneto), pronuncia sus primeros votos en la misma casa donde vivió la fundadora, Madeleine de Canossa y recibe también la medalla de Nuestra Señora de los Dolores.
Hervé Roullet : Auteur de la première biographie en français : Joséphine Bakhita, l’esclave devenue sainte