En la oración del Rosario, contemplamos a la persona de Jesús y su vida, no como, por ejemplo, en el camino de la cruz, directamente y en sí mismo, sino a través de María. Esto fue el centro de su vida, lo que Ella vio, sintió y conservó en su corazón (Lucas 2, 51).
De lo que está lleno del Rosario (...) es de la manifestación continua de una santa simpatía. Cuando un ser es muy importante para nosotros, nos complace conocer a otro que también está unido a él. Encontramos su imagen reflejada en otra vida humana, de forma que esa imagen toma una nueva dimensión para nosotros.
Nuestros ojos se encuentran frente a dos ojos que también aman y ven. Estos agregan su poder visual al nuestro; nuestra mirada puede ir más allá de los límites de nosotros mismos para captar de todos lados, por así decirlo, a la persona amada, a quien hasta ahora veíamos desde un solo ángulo.
Padre Romano Guardini: sacerdote católico, teólogo y filósofo
Le Rosaire de Notre Dame, Ed. Bloud et Gay, 1950