Margarita Alacoque (1647-1690), nacida en Verosvres en Charolais (Borgoña, Francia), fue religiosa visitandina en Paray-le-Monial (1672). El 27 de diciembre de 1673, en la festividad de san Juan Evangelista, la hermana Margarita María oraba ante el Santísimo Sacramento cuando escuchó a Jesús decirle:
«Mi Divino Corazón está tan apasionado de Amor a los hombres y por ti en particular, que, no pudiendo contener en sí las llamas de su ardiente caridad, es menester que las derrame valiéndose de ti y que se manifieste a ellos, para enriquecerlos con los preciosos dones que te estoy descubriendo, los cuales contienen las gracias santificantes y saludables necesarias para alejarles del abismo de perdición. Te he elegido como un abismo de indignidad y de ignorancia para el cumplimiento de este gran propósito, a fin de que todo sea obra mía».
En su infancia, Margarita había sido sanada de una enfermedad grave por la intercesión de María. En agradecimiento, el día de su confirmación, ella agregó el nombre «María» a «Margarita»:
«Iba a Ella con tanta confianza, que parecía no tener nada que temer bajo su protección materna. Me consagré a Ella para ser su esclava para siempre, rogándole que no me rechazara esta disposición. (...). Si entré a la Visitación, fue porque me atraía el muy amable nombre de María. Sentí que eso era lo que estaba buscando».
Siendo religiosa, cae enferma, y sigue siendo la Virgen María quien la sana y le dice: «Ten valor, mi querida hija, en la salud que te doy porque todavía tienes un largo y doloroso camino por recorrer (...); pero no tengas miedo, te prometo mi protección».
El equipo de Marie de Nazareth