Oh María, Virgen Inmaculada, Madre de Dios, exaltada por el Señor como Reina del Universo para ser completamente conforme a su Hijo, Señor de los señores, vencedor del pecado y de la muerte, nos dirigimos a ti llenos de confianza y afecto filial.
Nos regocijamos de poder saludarte, con todos los santos y las santas de nuestra tierra, como Reina de Francia. Queremos, por nuestra parte, ratificar los compromisos del bautismo de nuestro país en Reims. Queremos, en nuestro tiempo, renovar la consagración de nuestro pueblo a Dios, por intercesión de tu Inmaculado Corazón.
Con tu ejemplo y apoyo, queremos comprometernos a seguir a Cristo, tu divino Hijo, llevando una vida auténticamente evangélica a través del culto y alabanza a Dios; por nuestra fidelidad a los mandamientos del Señor y al espíritu de las bienaventuranzas; por nuestra conversión personal y permanente; por nuestra solidaridad efectiva con todos aquellos que se ven privados de bienes espirituales y materiales.
Queremos, oh Reina de la Paz, ponernos a tu disposición para ser artesanos de la misericordia y la paz en nuestras familias, nuestras profesiones, nuestras ciudades, en toda la sociedad y así «construir la civilización del amor».
Nuestra Señora de Francia, Reina de la Paz, intercede por nosotros.
Oración redactada con motivo de la colocación de la estatua de Nuestra Señora de Francia
en Baillet-en-France, el 15 de octubre de 1988.
Imprimatur del obispo de Pontoise, 7 octubre 1988