En el norte de Italia, en un suburbio de Turín en el año 1731, un desafortunado pecador que, entre otros crímenes cometidos, había matado a su padre y a su hermano, huyó para escapar de la Justicia. Pero un día, tras escuchar un sermón sobre la misericordia de Dios, fue a confesarse con el sacerdote que había predicado.
Después de escuchar la historia de los crímenes de su penitente, el sacerdote lo envió a un altar dedicado a la Virgen María honrada bajo la advocación de "Madre de los Dolores", para pedirle la contrición y el perdón de sus pecados. El pecador fue y comenzó a orar, y allí, al pie del altar, murió de arrepentimiento.
Al día siguiente, mientras el sacerdote instaba a los fieles a orar por el pobre hombre, apareció una paloma blanca en la iglesia y dejó caer una nota a los pies del sacerdote. En ella leyó estas palabras:
¡El alma del difunto, apenas se separó de su cuerpo, fue al cielo! ¡Tú, sigue predicando la misericordia de Dios!
Alfonso María de Ligorio (Tomado de Las Glorias de María)
D’après Le chapelet des enfants