La Santa Virgen añadió: “Este es el símbolo de las gracias que derramo sobre las personas que me lo piden”, haciéndome comprender así cuán generosa es con quienes oran.
En ese momento, si era yo o no era yo, no lo sé… ¡Yo disfrutaba! Luego se formó alrededor de la Virgen un cuadro más bien ovalado, en el que se podían leer, escritas en letras de oro, estas palabras: “Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”. Entonces escuché una voz que me decía: "Hagan acuñar una medalla con este modelo; todos los que la lleven al cuello, recibirán grandes gracias, las cuales serán abundantes para quienes la lleven con confianza”.
Al instante, noté que el cuadro se daba vuelta y entonces vi la otra cara de la medalla; preocupada por saber lo que debía poner en el reverso, después de muchas oraciones, un día, durante la meditación, me pareció oír una voz que me decía: la M y los dos corazones dicen suficiente.
Relato de santa Catalina Labouré, vidente de la Virgen María en la Calle del Bac