27 noviembre – Francia, Paris: Medalla Milagrosa (1830)

María se aparece en la calle del Bac, París (I)

El 27 de noviembre de 1830, un sábado, en la víspera del primer domingo de Adviento, a las cinco y media de la tarde, estaba haciendo meditación en silencio, cuando me pareció oír, al lado derecho del santuario, algo como el “frufrú” de un vestido de seda. Vi entonces a la Santísima Virgen cerca de la pintura de san José. Su estatura era normal y su rostro tan hermoso, que me sería imposible describir su belleza.

Estaba de pie, con un vestido blanco como el alba, de la forma en que se describe "a la Virgen", es decir, con mangas planas. La cabeza la llevaba cubierta con un velo blanco que descendía a ambos lados y le llegaba hasta los pies. Tenía el cabello con un cintillo debajo y encima una especie de diadema, adornada con un pequeño encaje. El rostro lo tenía más bien descubierto y los pies sobre el globo terráqueo o, mejor dicho, sobre la mitad de un globo; a menos que no haya visto más que la mitad. En sus manos, a la altura del pecho, sostenía con naturalidad otro globo. Elevó los ojos al cielo y su rostro se iluminó cuando ofreció el mundo a Nuestro Señor. De pronto, sus dedos se llenaron de anillos y piedras preciosas muy hermosas…

Los rayos que brotaron de sus manos, se reflejaron por todos lados, envolviendo todo con tal claridad, que ya no veía ni sus pies ni su vestido. Las joyas eran más o menos grandes y los rayos que desprendían eran más o menos brillantes. No puedo decir lo que sentí ni lo que experimenté en tan poco tiempo. Como yo estaba ocupada en contemplarla, la Santa Virgen bajó los ojos, dirigió hacia mí su mirada y una voz me dijo en el fondo del corazón: "Este globo que ves representa al mundo entero, especialmente a Francia y a cada persona en particular».

 

(El relato continúa mañana 28 de noviembre de 2018)

Relato de santa Catalina Labouré, vidente de la Virgen María en la Calle del Bac

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