En 1696, en el pueblo de Pocs (ahora Máriapócs, Hungría), un hijo de campesinos, Ladislas Csigri, de ocho años, secuestrado por los turcos, recuperó su libertad y sus padres, en agradecimiento, hicieron pintar un cuadro de la Virgen para la iglesia del pueblo.
El 4 de noviembre de 1696, la pintura de la Virgen lloró lágrimas de sangre, mostrando así su preocupación por el país bajo la ocupación turca. Este prodigio ocurrió durante 18 días, desde finales de noviembre hasta principios de diciembre de 1696, frente a los fieles del lugar y otros provenientes de los alrededores.
El rumor pronto llegó a Viena. El emperador Leopoldo solicitó y obtuvo que la imagen milagrosa fuera llevada a la capital. La ciudad imperial le dio una recepción triunfal a principios del año 1697 e innumerables fieles llegaron a orar frente al cuadro que había llorado, para demostrar que la Santísima Virgen había compartido las penas de su pueblo.
El gran capitán, el Príncipe Eugenio de Saboya (+1736), entonces al frente de los ejércitos austriacos, también acudió a pedir la ayuda de la Virgen contra los amenazantes ejércitos musulmanes. Y le atribuyó a María el éxito de sus esfuerzos. Una investigación eclesiástica, en la que aparecen más de cincuenta testigos, asegura la veracidad del relato.
En 1715, mientras el icono original era colocado en Viena, una copia fue colocada en Máriapócs, donde nuevamente derramó lágrimas. Desde entonces, este centro mariano ha atraído a multitudes. En 1991, el Papa Juan Pablo II celebró una misa en Mariapocs, ante 200 000 personas.
Fuente: Notre-Dame des Temps Nouveaux, 1967
Tomado del Florilegio mariano del hermano Albert Pfleger del mismo año