Cuando San Juan Bosco estaba muriendo su entorno preguntaba: ¿Qué va a dejar usted a esos pobres niños que usted ha educado con tanto cuidado y que está listo a abandonar?
El Santo respondió sin titubear: Devoción a María y frecuente comunión, estimando que estos dos medios serían suficientes para asegurar su perseverancia final.
Insistió de la misma manera sobre la necesidad de seguir a la Virgen María, el beato jesuita belga Berchmans (1599-1621): Si amo a María estoy seguro de mi perseverancia y obtendré de Dios todo lo que yo quiera”, decía Berchmans. Por eso, este joven santo no cesaba de repetir: ¡Quiero amar a María, quiero amar a María!
Según le chapelet des enfants