En 1865, Japón volvió a abrir sus puertas a los extranjeros después de más de dos siglos de cierre total. Padre Petitjean (1829-1884) de las Misiones Extranjeras de París (Francia) llegó a Nagasaki (Japón) y erigió en esta ciudad una pequeña iglesia. Un día, nos cuenta, vio un grupo de 12 a 15 personas, incluidos hombres, mujeres y niños, de pie frente a la puerta de nuestra iglesia. Me apresuré a abrirla.
Una mujer se me acercó y poniéndose la mano sobre el pecho, me dijo:
- ¿Nuestro corazón y el de todos los aquí presentes es como el tuyo?
-Ciertamente, le respondí, pero ¿tú de dónde eres?
- Casi todos somos de Urakami (1). Casi todos los de Urakami tienen el mismo corazón que nosotros.
E inmediatamente la mujer preguntó: "¿Dónde está la imagen de Santa María?"
Al oír este nombre bendito, continuó el padre Petitjean, ya no tuve ninguna duda. Me di cuenta de que ciertamente estaba en presencia de viejos cristianos del Japón. Eran quince mil y habían mantenido su fe incluso sin un sacerdote durante dos siglos y medio. Conduje al pequeño grupo al altar de la Santísima Virgen, y llenos de alegría y emoción, todos comenzaron a orar.
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(1) Urakami es hoy un barrio norte de la ciudad de Nagasaki en Japón. En Urakami, entre las dos fabricas de armas de Mitsubishi, explotó el 9 agosto 1945, poco después de las 11 h de la mañana, a unos 450m de altitud la segunda bomba atómica. En tiempos del padre PetitJean, Urakami y su catedral no fue destruida enteramente por la bomba.
Encyclopédie Maria, tome IV – Beauchesne 1956 – p.27